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Entre ellos destacaba una copa plateada de tamaño medio, bien proporcionada, con base de pichiglás y asideras a modo de orejas. En un arrebato, impropio en él, decidió entrar y preguntar a la dependienta. Ella, argentina por cierto, le enseñó una gran cantidad de trofeos de distintas formas y tamaños. Sin embargo, aquella primera copa era sin duda "the one", la copa perfecta . Dicho y hecho, en cuestión de un par de minutos y tras intercambiar papelucos, la copa ya era nuestra. Ahora sólo faltaba grabarla.
-. y qué quiere que inscriba en ella? - amablemente le preguntó.
-. Copa Garris - dijo el presi sin titubear
-. Copa Garris...? - le preguntó ella esbozando una sonrisa
-. Eso es, Copa Garris - contestó él
-. Y quién es Garris?
-. Garris..., soy yo.
La dependienta soltó una carcajada que llenó el local.
A lo que el presi añadió...
-. ... a este paso esta copa va a ser a lo único a lo que voy a poder dar el apellido...