La leyenda de Maurice Flitcroft

Maurice Flitcroft, operario de gruas de astillero de 46 años de edad, se convirtió en una leyenda del golf cuando en 1976 consiguió jugar el British Open...


Meses antes había comprado medio juego de palos y una bolsa de bolas por correo. Al no poder permitirse el lujo de pagar green fees se dedicó a entrenar en una playa cercana a la localidad donde vivía. Fingiendo ser jugador profesional el bueno de Maurice consiguió apuntarse al torneo de calificación para el British Open que se iba a disputar en Birkdale. En la foto de arriba le vemos acompañado de un joven Severiano Ballesteros.

Su compañero de partida en el calificatorio, Jim Hohard, descridió su juego aquel día como una "avalancha de triples y cuadruples bogeys arruinada por un simple par". Al final de la partida Maurice firmó una tarjeta de 121 golpes, 49 sobre par que, en 150 años del British Open, ha sido con diferencia la peor tarjeta nunca firmada. Ahora bien, el total de golpes pudo haber sido incluso mayor ya que Jim Howard reconoció al acabar la partida que en un par de hoyos había perdido la cuenta de los golpes que su compañero había perpetrado. En numerosas entrevistas después de la hazaña Maurice se excusó diciendo que tenía lumbago y fibrosis, y que además se había olvidado la madera 4 en el coche.

Al año siguiente volvió a solicitar su entrada al Open Británico. Esta vez el R&A le denegó la participación al no haber presentado justificante de haber mejorado su juego. Un indignado Maurice retó al secretario del R&A, Keith Mackenzie, a jugar una partida en el Old Course de St. Andrews. Tras numerosa y airada correspondencia entre ambos, Maurice Flitcroft fue suspendido de por vida de cualquier torneo de golf y se le prohibió la entrada a la mayoría de los campos de golf del Reino Unido.

Tal eventualidad no consiguió desanimarle. En tres ocasiones más, en 1978, 1983 y 1990; y bajo los seudónimos de Gene Pacecki, Gerald Hoppy y James Beau Jolly respectivamente, consiguió colarse en los calificatorios. En ninguno de ellos consiguió completar más de 9 hoyos ni bajar de 63 golpes.

Maurice siguió jugando al golf en la playa hasta que en 1991 se rompió una cadera. A pesar de sus infortunios, Maurice Flitcroft se convirtió en una figura de culto en círculos golfísticos y aunque la jerarquía del golf nunca lo aceptó, es justo decir que no todo el mundo puede presumir de haber jugado el Open Británico con medio juego de palos y sin madera 4. Por desgracia, Maurice Flitcroft falleció el 24 de Marzo del 2007 a los 77 años de edad. Descanse en paz.

Open season

El Open Championship más abierto de los últimos años celebra su 150 aniversario en el lugar que vio nacer el golf, un campo mítico en el que las dos últimas victorias fueron para Tiger y que condensa en su recorrido la historia de este deporte.

La fórmula de la magia del lugar es algo que está por descifrar: es un campo plano, con greenes  gigantes, ondulados y compartidos para todos los hoyos menos el 1, 9, 17 18; sin árboles, con un verde seco y tirando a marrón y con un hoyo 18 corto y con una de las calles más anchas del golf mundial. Y sin embargo, o por todo eso, fascina.

Este año St. Andrews tendrá una longitud de 6.648 metros, 900 más que en la primera edición que acogió en 1873, cuando las distancias que hacen los jugadores gracias a la evolución del deporte, de sus físicos y del material es casi el doble desde el tee de salida. Este riesgo ha llevado este año a los técnicos a añadir 40 yardas, unos 36 metros, al hoyo 17, conocido como el Road Hole (Hoyo del camino), y situar el tee fuera de los límites de la propiedad del Old Course, lo que obligará a algunos a jugar el driver y pondrá en peligro su estrategia.
En cualquier caso esperan cuatro días de espectáculo: el público más entendido del mundo en la casa del golf, la mayor cobertura de televisión del año y el Open Championship más abierto de los últimos tiempos.

Juan Carlos Galindo 14/07/2010 para el País